El faro de San Rafael.
Nunca fué una actividad de mi agrado el subir al faro, y me refiero a la acción misma de caminar h asta él, siempre me resultó extenuante subir. Pero siempre subía porque sabía que valía la pena el esfuerzo una vez que llegabas a la cima. Subí muchas veces con amigos y familiares, alguna ocasión subí con mi hermano y mi tío Luis García. Nunca olvidaré ese viaje porque rodeamos todo el cerro y bajamos hasta Barrio Alto, con los zapatos llenos de arena amarilla y muy cansados. El Faro en si, solía tener unas escaleras de metal empotradas en la pared interior; desafortunadamente la última vez que fuí faltaban los primeros escalones y el rumor de que el piso superior era inseguro me convencieron de no escalar. La vista que se tiene desde arriba, aún sin subir al faro, es impresionante, puedes ver "los Cuartos", la Fábrica, el "Mercado Viejo" y la "Cañada". Recuerdo que de niños pasábamos muchos buenos ratos buscando nuestras casas en el laberinto de t
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